Nació en Cádiz, en 1942, y tuvo la gran fortuna de ser uno de los ‘elegidos’ a comienzos de la década de 1960 por el programa educativo del Colegio Mayor Pío XII, en la Ciudad Universitaria de Madrid, promovido por el entonces obispo de Málaga Ángel Herrera Oria, con el objetivo de reformar la política española.
Mediante este programa, el profesor se licenció en Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid (1966); pero también, por imperativo institucional, se licenció en la sección de Ciencias Sociales por la Universidad Pontificia de Salamanca (1968). Y, como no hay dos sin tres, y ya por devoción, decidió estudiar también Física, de la que se licenció en la Universidad Complutense de Madrid en el año 1971.
Durante
casi 50 años se ha dedicado a la docencia y a la investigación en Fundamentos
de Física y ha sido después de su jubilación como catedrático de la UPM cuando
ha retomado sus estudios para realizar los doctorados en Teología, Filosofía,
Sociología y Medicina. Ahora, acaba de defender su tesis de Filología en la
UAH, culminando su sexto doctorado en Filología.
‘Lo
extravagante en mi caso es que el disfrute del conocimiento ha sido una
constante a lo largo de toda mi vida. El estudio, la lectura –aunque yo no sé
leer, sé estudiar, aunque sea una novela- ha sido un divertimento, un motivo de
felicidad. Encontrar compañía en la hipotética soledad. Uno siempre es
consciente de que es demasiado lo que le falta por conocer y yo he tenido la
ambición de tapar lagunas de conocimiento’, señala.
El
corazón y la cabeza, en este caso, partidos: no se atreve a decir qué área del
conocimiento es su favorita. ‘En cuanto a la valoración intrínseca, las
fundamentales, desde una perspectiva intelectual, son la filosofía, por una
parte, y las matemáticas, por otra; desde el punto de vista de la investigación,
para la satisfacción concreta que pueda uno recibir desde el punto de vista de
la realidad, como existencia básica, sin ninguna duda la física; si uno
traslada esa realidad al conocimiento humano, es evidente que son la sociología
y la filosofía moral las que aportan el conocimiento, y si ya lo que queremos
es acercarnos al ser humano concreto, a la persona en sí misma, posiblemente lo
más relevante sea el pensamiento teológico… Además, si uno quiere el recreo
artístico, visual, relajado…ahí tenemos la literatura, el arte. Por tanto,
depende del momento, de las circunstancias y de saber valorar cualquiera de los
aspectos que nos ofrece la posibilidad de disfrute intelectual’.
El
profesor González de Posada, desde su experiencia como docente, anima a reflexionar
sobre el cometido de las universidades y el conocimiento compartimentado que se
ofrece en las mismas: ‘Ortega y Gasset ya hablaba claramente de la barbarie de
la especialización. En su ensayo ‘Misión de la Universidad’ hacía ver que había
unos niveles culturales, encabezados por la física y seguidos por la biología,
la filosofía y la sociología, que debían ser cubiertos por la universidad y
adquiridos por cualquier universitario’. A día de hoy, en su opinión, ese
ensayo está vigente, quizá más que nunca, teniendo en cuenta lo que supone la
globalización y las nuevas tecnologías en la adquisición y necesidad de
conocimiento.
Su sexta tesis doctoral
El
realismo literario de Delibes, realismo sociológico, constituye el objeto
nuclear de atención en la tesis, que se pone de manifiesto en el estudio
crítico del extenso mosaico de tipos de mujeres en las novelas del autor de ‘El
camino’.
La
elección de Miguel Delibes para su tesis doctoral número 6 no es ninguna
coincidencia: Delibes es, como él, Hijo Adoptivo de Molledo (pueblo donde se
inspira y ambienta ‘El Camino’) y como él, también, fue un gran intelectual que
se sirvió del realismo sociológico para relatar en sus novelas y ensayos la
historia social del segundo medio siglo XX de España. Confiesa que el análisis
de los personajes femeninos en la narrativa de Delibes fue una propuesta de su
directora de tesis, la catedrática de la UAH María
Ángeles Álvarez, y que para hacer este análisis han sido fundamentales
sus conocimientos multidisciplinares de física, metafísica, filosofía social y
sociología.
‘Lo
primero que puede decirse es que Delibes es un escritor de personajes
masculinos. El papel que van a desempeñar las mujeres es secundario;
utilizados, de una u otra manera, para destacar o caracterizar a personajes
masculinos. Hay dos novelas, sin embargo, en las que la mujer ocupa papel de
coprotagonista: Carmen, ‘la Menchu’, de ‘Cinco Horas con Mario’, aunque sea la
vía que utiliza Delibes para dibujar a Mario, mujer que perfila con rasgos
llamativamente negativos; y Ana, reflejo de su mujer, en la novela ‘Mujer de
rojo sobre fondo gris’, donde la presenta como modelo de perfección de virtudes
físicas, intelectuales y espirituales’, explica.
Pero
no olvidemos que Delibes escribe durante más de 50 años y es un escritor
realista. En sus novelas, en papeles secundarios, encontramos sucesivos
arquetipos y tipos concretos mediante los que se puede comprobar cómo ha ido
evolucionando la mujer en España en la segunda mitad del siglo XX. ‘Hay un
arquetipo inicial de la mujer campesina, la Desi, que emigra a la ciudad a
servir y cuyo sueño es casarse con algún chico de su pueblo; pero a medida que
pasa el tiempo también se encuentra el arquetipo de chica ‘progre’
universitaria, Lali, en ‘El disputado voto del señor Cayo’, que muestra el
inicio del proceso del movimiento feminista en España. Junto a ellas, el
arquetipo de mujer urbana, casada, que concluirá con la Anita del año 1995, en
‘Diario de un jubilado’, que en el Chile de los años 50, ‘Diario de un
emigrante’, se había puesto a trabajar, con cierta independencia y a colaborar
en el mantenimiento de la familia’, concluye el profesor.
¿El
siguiente reto, la siguiente tesis? Prefiere no desvelarlo, pero seguro,
segurísimo, que no hay seis sin siete.