Marcela, la pastora de la primera parte de El Quijote que rechazaba tratos con los hombres y gustaba de su libertad, ante todo, no encuentra reparo alguno a la hora de degustar este plato propio de los pastores de la época.
Y ya que se pone a hacer excesos, elige el de carne, eso sí perfumada con los olores de la tierra y caza, retocada con las especias de los campos castellanomanchegos y adornada con vestidos de trigo puro y sol.
Difícil de aguantar para Marcela esta sublime tentación carnal y gastronómica, por ello creo que lo mejor es comprender su gozo ante estas tentadoras carnes y acompañarla con humildad en sus desdichas.
Ingredientes para 6 personas:
- 3 perdices
- 2 conejos de monte
- 300 gramos de gallina
- Hígados de conejo
- 2 vasos de aceite
- 2 dientes de ajo
- Dos rebanadas de pan
- Dos tortas de pan sin levadura
- Pimentón
- Sal, pimienta y canela en polvo
- Unas hebras de azafrán
- Una rama de romero y sal
- Un vaso de vino blanco
Se parte la carne en trozos pequeños, en una sartén con aceite se fríen los ajos, las rebanadas de pan y los hígados de los conejos.
Reservamos los hígados y los ajos y añadimos la carne sazonada con sal. Al empezar a dorarse se añade la cebolla hasta que se caramelice. Cuando esté lista se añade vino y la misma cantidad de agua y se deja cocer.
En un mortero se machacan el azafrán, la pimienta, los ajos fritos, el pan frito y los higadillos. Para diluirlo se añade un poco de caldo de la carne y finalmente un toque de canela. Se desmigan las tortas de pan sin levadura y se añaden a la sartén junto con la carne. La sopa se come en la sartén ayudándose con pan. Como segundo plato, se comen las perdices, los conejos y la gallina.