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Familiares de la Residencia Francisco de Vitoria, hartos: “dejo a mis padres condenados al olvido y encima pago”

La situación de los mayores de la residencia Francisco de Vitoria se hace insostenible según sus familiares. Varios de ellos han denunciado, en la misma puerta del centro ante los medios, los problemas que viven los residentes en el día a día.

“Encima te queda la sensación de que dejas a tus padres condenados al olvido y encima lo haces pagando”. Y es que muchos de ellos se quejaban de los criterios de separación de los mayores. Todos están mezclados en las salas, ya sean grandes dependientes, pacientes con demencia o mayores con cierta autonomía física y sensorial.

Según cuentan, los problemas empezaron hace un año. “El déficit grave se ha empezado a notar cuando han empezado a llenar las plazas de residentes. Antes había 380 personas y ahora quieren llenar la residencia con el mismo personal. Por tanto, todas las actividades que hacían antes, ya no las pueden hacer por una cuestión de números. El problema no acaba aquí, y, es que, la residencia tiene capacidad para 60 personas más y la plantilla, dicen, está cubierta. Más residentes, con menos prestaciones”, afirmaban a las puertas.

Ya el pasado 17 de enero, Dream Alcalá pudo hablar con algunas de las trabajadoras de la residencia que han quisieron confirmar no solo la falta de personal debido a que no se cubren las bajas, sino los problemas de material que afectan tanto a lavandería, comedor y aseo de los residentes que no reciben duchas diarias.

“Hay una carga de trabajo excesiva para los profesionales”

Una de las familiares de estos residentes, Maite López, profesional sanitaria de profesión, cuenta como “cuando metí a mis padres me di cuenta que aquí casi nada funcionaba. Lo que estaba viendo no me encajaba nada con lo que se supone que tiene que ser una residencia de dependientes”.

Sus denuncias se centran, como las del resto de familiares, en aseo, comida y falta de personal en la residencia. “El aseo es claramente deficiente porque hay una carga de trabajo excesiva para los profesionales. Eso muestra a los residentes con la boca sucia, las uñas largas… en fin vengo a ver a mi padre y, a veces, da asco verlo. Con la comida, tenemos absolutamente vetada la entrada a comedores. Los mayores a los que todavía el cerebro les funciona te pueden decir que comen fatal, pero mis padres o no se acuerdan de lo que han comido o si han llegado a comer, así que me tengo que fiar”.

Por último, afirma Maite, “las plantillas de fisioterapia o terapia ocupacional tienen la mitad de los profesionales establecidos por plantilla, porque necesarios serían muchos más. Ahora hay uno para cerca de 250 residentes por lo que la atención es anecdótica”.

“El hall de los horrores”

Y es que, en este sentido, una de las mayores quejas de Maite y otros familiares es la situación de abandono y falta de estimulación que tienen los residentes. Denuncian que están sentados en una silla y solo se mueven para ir a desayunar, comer o cenar hasta que se van a la cama a esperar al día siguiente.

“Cuando entras, los residentes están aparcados en unas butacas. Cada uno dormido para un lado, con la baba colgando, otro que se va escurriendo… sin ningún tipo de estimulación de nada, desde una comida hasta la siguiente” finaliza esta afectada.