El pianista alcalaíno Pelayo Ciria nos trae la historia de su compañera Esther García Moreno, actualmente residente en Boston, que se ha consolidado como una pianista de proyección internacional, reconocida por su versatilidad, sensibilidad y expresividad. Compagina su faceta como intérprete con una sólida trayectoria pedagógica.
Actualmente, trabaja como pianista en el departamento vocal de Berklee College of Music, donde colabora estrechamente con estudiantes y profesores en una amplia variedad de géneros.
Ha interpretado junto a solistas y ensambles a nivel nacional e internacional, tras haberse especializado con un máster en pianista acompañante en Boston University, donde continúa participando en conciertos. Además, es pianista del Boston Children’s Chorus, agrupación que formó parte de una producción galardonada con un Grammy.
En el ámbito docente, forma parte del profesorado de Brookline Music School en Boston (Massachusetts), donde ejerce como pianista acompañante principal y profesora de piano. Además, enseña piano y canto en Solomon Schechter Day School en Newton (Massachusetts), aprovechando también su formación como cantante soprano.
Ha ofrecido conciertos en festivales de prestigio en España, Italia, México y Estados Unidos, y ha colaborado con músicos de la Orquesta Sinfónica de Boston, Boston Ballet y la Metropolitan Opera de Nueva York, entre otros. Su perfil multifacético — que abarca ópera, teatro musical, R&B, pop/rock y jazz— refleja la riqueza de una artista que concibe la música como un puente entre culturas y generaciones.
Dream Alcalá: ¿Qué significa para ti trabajar como pianista en una institución tan prestigiosa como Berklee College of Music?
Esther Garcia Moreno: Es un privilegio y, al mismo tiempo, una gran responsabilidad. Para mí significa estar en contacto diario con una comunidad artística de enorme diversidad, donde conviven estudiantes y profesores de todo el mundo, cada uno con sus propias influencias musicales y trayectorias.
Este ambiente me enriquece profundamente porque me reta a desarrollarme como una pianista versátil, ya que trabajamos en una gran variedad musical de géneros, especialmente el contemporáneo. Aunque crecí practicando música clásica, siempre he disfrutado escuchando pop, jazz, y R&B, y ahora tengo la suerte de convertirlo en mi oficio.
También lo entiendo como un espacio de crecimiento mutuo: no solo aporto mi experiencia para apoyar a los cantantes en sus ensayos y clases, sino que aprendo de ellos constantemente. Cada colaboración es única; cada estudiante me recuerda la importancia de la curiosidad, la pasión y la autenticidad en la música.
Por otra parte, formar parte de una institución tan reconocida internacionalmente me da la oportunidad de trabajar codo con codo con un profesorado y artistas invitados de altísimo nivel, de asistir a proyectos innovadores y de participar en una red artística que trasciende fronteras.
DA: Antes de llegar a Berklee, estudiaste y trabajaste como pianista en Boston University
EGM: Así es. Mientras estudiaba Educación Musical en Carolina del Norte, comencé a interesarme por el arte del acompañamiento pianístico y a colaborar con diversos solistas. Al graduarme, decidí mudarme a Boston para especializarme como pianista colaborativa a través del Máster en Piano Colaborativo en la Boston University, bajo la tutela de la reconocida profesora Shiela Kibbe.
Este programa, altamente selectivo, me permitió formarme con algunos de los músicos más destacados de la institución. Fueron dos años intensos en los que trabajé como pianista en clases magistrales, lecciones individuales y colectivas, competiciones como la Carnegie Hall Competition y recitales de estudiantes de canto, así como de instrumentos como violín, viola, contrabajo, clarinete, flauta, fagot, trombón y tuba.
Estas experiencias no solo ampliaron mi repertorio y versatilidad como intérprete, sino que también consolidaron mi trayectoria como pianista acompañante en contextos de gran exigencia académica y profesional.



DA: Has actuado en escenarios internacionales y participado en festivales en España, Italia, México y Estados Unidos. ¿Hay alguna experiencia que haya marcado especialmente tu carrera?
EGM: Interpretar en el Teatro Isauro Martínez de Torreón, México, ha sido una de las experiencias más significativas de mi trayectoria. El histórico recinto, con un aforo de 719 butacas, se llenó por completo, creando una atmósfera única que me marcó tanto en mi faceta de solista como acompañando a cantantes profesionales reconocidos internacionalmente. Sentir la energía del público, la vibración de la sala y los aplausos al final de cada interpretación fue inolvidable.
Más allá del escenario, aquella semana estuvo llena de momentos enriquecedores: los ensayos compartidos con otros artistas, la oportunidad de acompañar clases magistrales de canto y de impartir yo misma una clase magistral de piano, además de las reuniones en comidas y cenas que nos unieron dentro y fuera de la música. Participar en una rueda de prensa me permitió vivir también el lado institucional del festival, entendiendo mejor la proyección cultural que tiene este tipo de encuentros. Pero, sin duda, lo más valioso fue la calidez humana: sentirme abrazada y bienvenida por la gente y la cultura mexicana, cuya hospitalidad y entusiasmo me acompañaron en cada instante.
DA: Eres pianista acompañante y también cuentas con formación como soprano. ¿Cómo influye esa doble faceta en tu trabajo artístico?
EGM: Haber recibido formación como soprano me permite acercarme al repertorio vocal desde dentro, conociendo de primera mano las necesidades técnicas y expresivas de los cantantes: la respiración, el fraseo, la dicción, la importancia del texto y cómo todo eso se integra con la línea melódica. Cuando acompaño, no solo estoy pendiente de la parte pianística, sino también de cómo puedo sostener, realzar o incluso anticipar lo que el cantante necesita en cada momento.
Al mismo tiempo, ser pianista acompañante me da un sentido de escucha muy afinado y una flexibilidad que también aplico al canto: entiendo el trabajo en dúo como un diálogo constante, donde la sensibilidad y la adaptación son esenciales. Creo que esa experiencia cruzada hace que pueda ponerme fácilmente en el lugar del otro, ya sea como cantante o como pianista, y eso enriquece mi labor tanto artística como pedagógica.



DA: ¿Qué te llevó a continuar tu carrera en Estados Unidos?
EGM: En el 2017, a mis 17 años de edad, terminé mis estudios en el Conservatorio Profesional de Música Arturo Soria de Madrid. Sin embargo, todavía me quedaba el último año de Bachillerato por cursar. Mi familia y yo pensamos que era la oportunidad perfecta para pasar ese año en Estados Unidos como estudiante de intercambio viviendo con una familia americana y así poder aprender de su cultura y mejorar mi inglés.
En principio solo pensé en quedarme un año, pero me pareció atractiva la idea de continuar mi carrera musical en un ambiente universitario, algo que en España resultaba más complicado ya que las carreras de música suelen ser más comunes y mejor estructuradas en los conservatorios superiores. Fue entonces cuando decidí empezar el Grado de Música en Educación Musical en University of North Carolina Greensboro.
DA: ¿Qué proyectos tienes en el horizonte?
EGM: En el horizonte tengo varios proyectos que combinan interpretación, colaboración y enseñanza. Por un lado, seguiré participando en conciertos y recitales tanto en Estados Unidos como en España y otros países, explorando repertorios que van desde la ópera y la música clásica hasta géneros como el jazz, el pop y el teatro musical. También estoy muy ilusionada con seguir colaborando con cantantes, solistas y ensambles en proyectos interdisciplinarios que conecten distintas culturas y estilos musicales.
En paralelo, deseo profundizar en mi labor pedagógica, desarrollando programas de acompañamiento y clases magistrales que inspiren a estudiantes a explorar su creatividad y a comprender la música como un lenguaje universal. Finalmente, me interesa seguir participando en festivales, grabaciones y proyectos educativos que me permitan crecer como artista y compartir mi experiencia con nuevas generaciones de músicos.
DA: ¿Qué mensaje te gustaría transmitir a través de tu música?
EGM: A través de mi música me gustaría transmitir conexión, emoción y universalidad. Creo que la música tiene la capacidad de cruzar fronteras, de unir culturas y generaciones, y de expresar lo que a veces las palabras no pueden. Busco que cada interpretación comunique algo auténtico: que el público sienta la historia, la emoción o la energía que hay detrás de cada nota, ya sea en un recital como solista, en colaboración con cantantes y otros instrumentistas, o en un concierto con grandes orquestas.
Para mí, la música es un puente: una manera de compartir experiencias, emociones y perspectivas, y me inspira poder tocar, acompañar y enseñar de manera que cada persona pueda llevarse algo que resuene con su propia vida.
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