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20 de mayo de 1936: el Batallón de Infantería Ciclista de la 2ª República llega a Alcalá

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Texto: Carlos Bardo
Publicación: Blog alcalaenbici.blogspot.com
Difusión: pedaladaapedalada.org


Otra de las grandes historias de Alcalá de Henares es la llegada de un Batallón de Infantería Ciclista en tiempo de la 2ª República. Con el alcalaíno Don Manuel Azaña como presidente del Gobierno, esta fuerza militar llegaba a la ciudad de Alcalá de Henares para contener los actos de vandalismo de una pequeña parte de la población por la celebración del triunfo electoral del Frente Popular en nuestra ciudad.

Pedalada a Pedalada rescata este capítulo de nuestra historia con un texto de Carlos Bardo del que os ofrecemos un amplio extracto a continuación:

Asociamos la bicicleta a lo pacífico, entre otras cosas quizá sea porque en este país su fabricación nació a partir de la conversión de una parte de la industria bélica, tampoco existen apenas datos sobre las funciones que desempeñó en hacer la guerra. Acostumbramos a pensar en su uso cotidiano, si bien llegó a ser un vehículo tenido en cuenta por el Ejército durante algún tiempo para alcanzar una situación ventajosa y anticiparse sobre un terreno en disputa.

Como en su momento os compartimos, los anales de la bicicleta comenzaron en esta ciudad con las Ferias y Fiestas de finales del siglo XIX. Décadas después, hace ahora 84 años, tuvo lugar el traslado del Batallón Ciclista de Palencia a Alcalá de Henares. Este hecho significó que fuese la principal guarnición militar desde las semanas que precedieron al alzamiento militar de julio de 1936 hasta su mismo desenlace. Una primera historia en la que se celebraban carreras y una segunda marcada por el lamento.

Antes de meternos en harina, quisiéramos dar las gracias a la Institución de Estudios Complutenses, a la Fundación Saber.es, y a la Asociación Amigos de Valdeolea. Sin sus respectivas labores de divulgación no hubiera sido posible elaborar esta publicación. Las crónicas alcalaínas y leonesas vienen acompañadas del material gráfico inédito desde la entidad cántabra. Reliquias del pasado.

Antecedentes de la Infantería Ciclista

La historia de la infantería ciclista comienza a finales del siglo XIX cuando empezaron a desarrollarse importantes mejoras tecnológicas como la resistencia neumática. Se habían realizado numerosos experimentos para determinar el papel que podían jugar las bicicletas y el ciclismo dentro de las unidades militares.

Hasta cierto punto, los ciclistas pasaron a desempeñar funciones propias de las unidades montadas, especialmente las de mensajeros y exploradores. Los soldados de estos batallones podían desplazarse decenas de kilómetros a lomos de sus bicicletas, siguiendo a los oficiales motorizados.

El Batallón de Infantería Ciclista en Palencia (mayo de 1931 – mayo de 1936)

En virtud de la reorganización del Ejército decretada el 25 de mayo de 1931, durante el gobierno provisional de la 2ª República, siendo ministro de la guerra el alcalaíno Manuel Azaña, “las unidades de infantería ciclista afectas a las divisiones y las compañías de ametralladoras de los grupos antiaéreos, formarán un batallón a cargo del arma de Infantería”.

Al Batallón Ciclista le es adjudicada como guarnición la ciudad de Palencia, está formado inicialmente por efectivos que componían el Batallón de Cazadores de Montaña “Fuerteventura Nº 10”, trasladado desde La Granja (Segovia). El mando es asignado al teniente coronel Primitivo Peire.

Se movilizan bicicletas procedentes de diferentes unidades militares de infantería con el fin de dar servicio a los fusileros. Asimismo, son enviadas a la ciudad diferentes vehículos motorizados, unos para los mandos y otros para el transporte de la impedimenta, es decir, el bagaje que suele llevar la tropa e impide la celeridad de las marchas y operaciones, como ametralladoras, morteros, y demás materiales, herramientas y útiles necesarios.

Si bien existía la intención de poner en funcionamiento un Escuadrón de Caballería con una sección de armas automáticas y otra de infantería ciclista dentro de cada una de las ocho divisiones orgánicas repartidas por el territorio nacional, este Batallón Ciclista acantonado en el cuartel de Carrión resulta ser el único operativo durante los años de la 2ª República, formando parte de la 7ª División Orgánica.

84 años del traslado del Batallón Ciclista de Palencia a Alcalá de Henares

En esta publicación puede leerse la cronología de la unidad de infantería ciclista, tan experimental como bien dotada para la época, única de estas características activa durante la 2ª República.

Presente en maniobras militares, participante ante catástrofes naturales, represora en la Revolución de 1934, y principal guarnición militar en nuestra ciudad desde las semanas que precedieron al alzamiento militar de julio de 1936 hasta su mismo desenlace.

Fotografía cedida por AVAL (Asociación de Amigos de Valdeolea) para Pedalada a Pedalada

Llegada a Alcalá de Henares, alzamiento y disolución (mayo – julio 1936)

En la tercera semana de mayo de 1936 son destinados con urgencia a Alcalá de Henares, poniendo fin a la trayectoria en el norte de tierras castellanas a pocos días de cumplirse sus cinco años de existencia.

Y es que, formado el gobierno tras la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, en Alcalá de Henares tienen lugar manifestaciones que se gestan por las celebraciones del triunfo electoral.

Algunos manifestantes tratan de imponer su fuerza como multitud, provocan actos de vandalismo, y algunos acuden a las puertas de la cárcel con el objetivo de liberar a presos políticos por la Revolución de 1934.

Comienza aquí el clima de crispación en la ciudad, que al igual que en muchos municipios de España, se va caldeando durante la primavera. El caso alcalaíno tiene amplia repercusión, el hecho determinante tiene lugar por altercados entre la muchedumbre y oficiales de Caballería acantonados en los cuarteles de la Plaza de San Diego. Este clima de enfrentamiento provoca que el Ministerio de la Guerra decida el traslado urgente de los regimientos de Caballería, siendo sustituidos el 20 de Mayo por el 7º Batallón de Zapadores Minadores de Salamanca y el Batallón Ciclista de Palencia.

El Batallón Ciclista se convierte así en el principal contingente local con 900 efectivos, compuesto por cinco compañías de fusiles y tres de ametralladoras. Pueden consultarse la organización y la plantilla de personal, así como la dotación de armamento, munición y material. El cuartel del Príncipe es testigo de la llegada de una unidad tan experimental como bien dotada durante el quinquenio republicano.

El destino de Alcalá de Henares y Azaña vuelve a cruzarse, en tanto que en la decisión del Ministro Santiago Casares Quiroga su postura es tenida en cuenta, quedando elegidos tenientes coroneles a cargo de los dos nuevos batallones acuartelados de una contrastada fidelidad con la República. Esta decisión significa, tal como relata Pilar Lledó en el libro “Alcalá en Guerra” que “el cambio de guarniciones militares produjo el desbaratamiento de los contactos establecidos por algunos activistas de la derecha alcalaína y oficiales de los regimientos de Caballería para una posible sublevación”.

El 18 de Julio el Gobierno manda el acuartelamiento de todas las tropas peninsulares al producirse el alzamiento del Ejército en el Protectorado español de Marruecos. El día 19 la insurrección estalla en la península. El régimen republicano resiste en Madrid, mientras tanto en Alcalá los acontecimientos se hacen esperar hasta la mañana siguiente.

Los mandos de los batallones ciclistas y zapadores habían recibido la orden gubernamental de desplazarse a Somosierra para contribuir a frenar el avance de las tropas sublevadas en dirección a Madrid. La situación de los batallones alcalaínos es clave para defender una posible vía de acceso a la capital, como es la carretera de Burgos a partir de su confluencia con la población de Cobeña.

Así pues, se intenta poner en marcha el operativo, hasta que una parte de la oficialidad se subleva, liándose a tiros con los tenientes coroneles, reduciendo a éstos, y asumiendo el mando.

Se desobedece a Madrid y es declarado el estado de guerra. Sin embargo, el mantenimiento de las pretensiones golpistas va a contar con varios condicionantes desde el principio, como señala Lledó: “dos hechos fundamentales caracterizan la sublevación militar alcalaína: la desconexión con la sublevación del resto del país y la falta de apoyo por parte de grupos civiles de derechas en el momento de ocupar la población”.

Las tropas sublevadas ocupan las principales calles del casco urbano y los centros administrativos, equipando de ametralladoras sus puntos más altos. El objetivo del levantamiento es resistir el asedio republicano durante el tiempo necesario como para recibir una hipotética ayuda. Las bicicletas quedan aparcadas, lejos de los fusiles, supuestamente requisadas por el Ejército Republicano para ejercer posibles labores de exploración, mensajería o para ser incluidas en contingentes de otras unidades ciclistas creados a partir de otoño de 1936, que fue su época de mayor apogeo.

El ataque republicano llega por tierra y aire, en tanto que el aeródromo municipal se encuentra en manos de mandos leales a la República, una ventaja estratégica puesta en práctica mediante la propaganda y los bombardeos. Asimismo, una gran columna enviada desde Madrid somete a la defensa de la ciudad, rendida al día siguiente tras presentar poca resistencia.

Una parte de los batallones alcalaínos había decidido desertar. Aquellos soldados capaces de acreditar su afiliación a alguna organización frentepopulista llegan a ser readmitidos en la tropa republicana.

En fechas posteriores tiene lugar un juicio sumarísimo con condenas a muerte para algunos de los miembros sublevados en la oficialidad, para otros la sentencia es de condena perpetua. El destino del Batallón Ciclista es similar al de cualquier unidad del Ejército existente hasta el golpe militar, quedando disuelto de inmediato, circunstancia contraria al del bando sublevado.

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