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Colegio de los Irlandeses

El colegio de los Irlandeses es un magnífico ejemplo del cosmopolitismo e importancia que adquirió Alcalá de Henares con la apertura de su universidad, y en especial en los países europeos católicos.

El colegio es la joya arquitectónica de la plaza que lleva el mismo nombre y que fue objeto de una importante restauración en  los pasados años noventa. Un bello enclave en pleno centro ciudadano, entre la calle Escritorios y la calle Mayor, a la que tiene dos salidas, una de ellas al corral de la Sinagoga.

El colegio menor de san Patricio, de san Jorge o de los Irlandeses, que esos tres nombres tiene o ha tenido fue fundado en 1630 por los sacerdotes Sean O’Neill y Teobaldo Estapletonio (una clara castellanización de Stapleton), pero se cerró en 1641 ya que a su muerte no dejaron rentas con que financiarlo.

Para estudiantes de países protestantes

Fue refundado poco más tarde gracias a los deseos expresos del barón portugués don Jorge de Paz Silveira, alcaide de la fortaleza de Martos en Jaén, caballero de las órdenes de Santiago y de Cristo, y con tierras y bienes en Cuenca, quien así lo dispuso en su testamento. Falleció en 1645 y su viuda, Beatriz de Silveira, ejecutó el proyecto, eligiendo Alcalá para ello.

Fundó el colegio en 1649 con veinte colegiales, dotándolo con un fondo de 5000 ducados, y bajo la advocación de San Jorge, pero no ocupó el actual colegio hasta varios años después, cuando estuvo totalmente construido. Por eso, antes de su emplazamiento definitivo estuvo en lo que luego fue el colegio de Basilios, en la calle Colegios.

La finalidad del colegio fue ser un colegio-seminario universitario para la educación en Teología de estudiantes de Irlanda, Flandes y Holanda, siguiendo la práctica llevada a cabo en muchas universidades católicas de acoger estudiantes de países protestantes o bajo su influencia, con el requisito de volver a sus países tras sus estudios para difundir la fe católica en sus lugares de origen.

Hay que recordar que Irlanda pertenecía al Reino Unido, donde la religión oficial ya era el anglicanismo, y por ello los irlandeses, tradicionalmente católicos, sufrieron persecuciones religiosas en los siglos XVI y XVII, teniendo prohibido, incluso, estudiar su religión.

En España, y en la misma época, se fundó otro colegio de irlandeses en la universidad de Salamanca, y también había una hospedería en Madrid y más colegios similares, para ingleses y escoceses.

Aquí durmió el rey Fernando VII

Durante largas décadas fue un colegio de gran renombre en Irlanda, donde varios de los estudiantes llegaron a ser obispos en diócesis del país. Sin embargo, con el tiempo comenzó a pasar por penurias económicas, dado que las rentas procedían de los juros, algo similar a la actual deuda pública, y la inflación fue destruyendo los réditos.

Finalmente, el colegio fue integrado en el Patronato Real por Carlos III, pero éste, al expulsar a los jesuitas de España, refundió el colegio de Alcalá con el de los Escoceses de Madrid, en 1768. Pero al poco, en 1785,  deshizo esta unión y fusionó los dos colegios de Irlandeses en España, estableciendo el nuevo colegio resultante en la sede de Salamanca.

El colegio se cerró y además no estaba en muy buen estado. Una cornisa amenazaba caerse y se demolió la iglesia perteneciente al colegio, de forma que en 1795 se subastó y fue comprado por el conde de Güemes, que lo convirtió en un lujoso palacete como vivienda para él y su familia. Posteriormente pasó a ser propiedad del conde de Revillagigedo.

Esa categoría que le dieron sus nuevos propietarios fue tal que en una visita que realizó el rey Fernando VII en 1818 a Alcalá, durmió allí, ya que no estaba disponible el Palacio Arzobispal, que era la residencia real cuando visitaban la ciudad. Conmemorando tal visita, desde esa fecha y durante diecisiete años, sobre la portada hubo una cadena decorada, enganchada a unos clavos que todavía pueden verse.

Después, con el paso del tiempo, en el siglo XX se convirtió en casa de vecindad, y poco a poco cayó en el más completo abandono, de tal manera que en los años mil novecientos sesenta perdió las dos naves laterales que tenía e incluso tuvo algún derrumbamiento mientras se hacían obras de apuntalamiento en los pasados años ochenta.

Hoy: Alcalingua

Finalmente, el edificio se salvó y se restauró completamente a mediados de los años noventa, gracias a la intevención de la Fundación Colegio de los Irlandeses, creada por la universidad alcalaína y la embajada de Irlanda. A estos organismos se sumó más tarde el grupo Jefferson Smurfit de forma que el colegio actualmente es un centro de formación e intercambio entre estudiantes de diversas nacionalidades, Alcalingua, dedicado a la enseñanza del español a estudiantes extranjeros y a la formación de profesores de español.

El colegio y Alcalingua están encuadrados en la universidad de Alcalá, y hoy el edificio aunque completamente rehabilitado, mantiene sus tradicionales trazas barrocas, la fachada de siete balcones y ventanas decorados con frontones triangulares, la puerta con su parte superior en piedra, fruto de una reforma de 1676 y el claustro cerrado por una verja que da a la plaza de los Irlandeses. Para acceder a ella desde la fachada de la calle Escritorios se da la vuelta por un callejón que en el pasado se llamó del Peligro, al ser punto de duelos y riñas.

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Información de interés:

 

Accesos desde Madrid

  • Renfe Cercanías C-1, C-2 y C7A.
  • Bus nº 223 (salidas desde el Intercambiador de Avenida de América).

 

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